jueves, 19 de junio de 2008

Editorial

En el Perú existen 36 centro estatales que acogen 2.500 niños y adolescentes según el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social y el ’INABIF afirma que el 51% de los niños se encuentra en situación de abandono, mientras el 20% tiene una familia desestructurada.El 28% vive en instituto por las condiciones de extrema pobreza de sus padres.Esta situación parece que no cambiara ya que el menor no tiene un estatus jurídico definido, estoy niños no postulas a una familia adoptiva ya que ese mismo estatus no lo permite. Son mas de 300 niños y adolescentes que a pesar de haber sido declarados en desamparo todavía no han sido adoptados, pero podrán serlo. El restante 85% está a la espera.La Ley 27337 establece que el acto de desamparo o abandono no tendría que tardar más de 6 meses en emitirse pero dado a lo engorroso y lento de estos procesos es mucho mas largo. Los miembros de la Corte Superior de Lima han confirmado que se está tardando entre 2 y tres años. El proceso de búsqueda de parientes que puedan hacerse cargo de los menores es así de largo.En esta dramática situación se abrió una esperanza de mejora a finales de 2006: el Mimdes fue encargado de realizar el historial familiar de cada niño y hoy se emiten una media de 15 declaraciones de abandono al mes. Pero esta mejora afecta sólo a los niños que entraron en los centros a partir de finales de 2006.No a los niños institucionalizados antes de esa fecha, que seguirán sufriendo los retrasos indicados. Son muchos los niño y adolescentes que al crecer ya no pueden vivir mas en estos centros lo que los obliga a deambular por la calle, de cambiar y agilizar estos procesos muchos niños tendría hogar en estos momento y crecerían con mayor oportunidad de realizarse como persona y ser productivos para la sociedad.

Tierna Locura

Fastidiado por los taladros que perforan la pista y de esa maquinaria pesada que irrumpe en la tranquilidad, aquél hombre de barba blanca y de elegante pero sucio terno se prepara para cambiar de ubicación. Pliega una cobija marrón de lana, recoge algunos periódicos y lentamente camina un par de cuadras. Ubica la mirada en un espacio libre en la vereda, se sienta, reposa su cansada espalda en la fachada del colegio Cluney. Observa a la gente pasar, sobretodo a ese efectivo Fénix que está dirigiendo el pesado tránsito en el cruce de las avenidas 28 de Julio y Aramburu; los transeúntes se compadecen de él y le dejan lo posible. Desde pequeños empaques de dulces hasta las famosas ‘yuquitas’ fritas. El hombre no se hace problemas. Recibe agradecido la bendición alimenticia, esa que aunque poco y significativa, le ayuda a disminuir esa sensación de hambre.

El aspecto suele engañar, así como las apariencias.Ya se ha dado cuenta de nuestro asecho. Acompañados de algunos paquetes de galletas y botellas de agua nos acercamos a él, un poco temerosos a ese desconocido que nos mira mientras avanzamos hacia él.Lo saludamos y enseguida otorgamos la pequeña merienda. Agradecido recibe los víveres, cosa que nos llama la atención, puesto a que el hombrecillo se muestra amable. Como quién conversa pidiendo una ubicación inicia nuestro diálogo. Señala hacia el Occidente indicando el mar, respondiendo en dónde ha estado antes de llegar aquí, al lugar en donde está sentado. Dice llamarse José Medina, que es ancashino de nacimiento y que no padece alguna enfermedad mental. ‘He tenido mis documentos en regla, pero los perdí’, manifiesta un poco confundido. No hay cómo comprobar su edad, puesto a que dice tener 26.

Abre cuidadosamente el envoltorio de ‘Margaritas’, saca una y seguido a esto destapa el agua mineral, mientras sucede esto una fémina que trabaja de locutorio urbano se acerca y nos cuenta que vive en San Juan de Lurigancho, que no va a su casa por que no le gusta, prefiere residir con esta gente amable, transeúntes apurados a sus centros laborales y vecinos miraflorinos que a veces lo atienden con agua.

Para ‘Chicho’, como lo conocen los vecinos de la zona, vivir en la calle lo mantiene en libertad, esa libertad por rara que sea, es su libertad.Saca otra galleta mientras termina de pasar una y nos cuenta que estuvo en el año 88 en un centro para mendigos en Chaclacayo y que tocaba guitarra para sus hermanos allá. No dio motivos acerca de su deserción a dicho centro, al parecer está más concentrado en terminar de desayunar, siendo casi el medio día.Cuenta también que ha sido trabajador en EsSalud. Que no ha regresado a su natal Ancash porque se encuentra indocumentado y tiene miedo a ser encarcelado por culpa de tanta violencia concebida en Lima. Le preguntamos porqué se viste con pantalón de vestir y ese blaizer cuadriculado tan bonito que con tanto frío parecen ser muy volubles a los



cambios climatológicos. Se demora en responder, mastica, bebe agua para pasar los alimentos y contesta que es elegante. Luego se queda callado, piensa, se demora un poco, parece haber olvidado algo. Levanta las cejas y dice: “No tengo chompas”.Los transeúntes pasan y dejan a ‘chicho’ caramelos, los guarda para comerlos en la noche, ya que en este meridiano no hay tanta gente. Ubica la mirada frente a nosotros señalando un viejo edificio. Dice que ahí vive su hermano, que no lo visita, no dá un porqué. Se mantiene ocupado comiendo la última galleta, mientras vuelve a destapar otra botella de agua. Chicho es conocido por los vendedores de películas y libros informales. “El pata es tranquilo, no jode a nadie”, nos comenta uno de ellos. Al parecer este hombrecillo está por los cincuenta años, pero su larga barba y su descuidada cabellera datan de más.
Nos despedimos de este personaje prometiéndole regresar, de igual manera y agradecido se despide ‘chicho’ que vuelve a observar a la gente caminar.

Articulo de opinión

La constante de preguntarnos porqué hay tanta pobreza, porqué existe la corrupción, porqué no llega la justicia y porqué hay tanto indigente por las calles es no más que realidad que nos ha tocado vivir a una sociedad aparentemente desarrollada ó en vías de pro-desarrollo.. El interés de un Estado que sigue haciendo caso omiso a las exigencias que tiene la mayoría de ciudadanos se ve reflejada con amplia naturalidad en las calles de esta fría capital.
No debe ser esto cotidiano sino más bien engorroso ya que estas personas deberían estar cursando un programa de tratamiento muy delicado, por el cual aparte de estudiar el caso, el individuo según su problema mental tendría que estar aislado de la sociedad o de otros individuos. Aparte estos individuos participan de una salud pública a la que ellos no pertenecen.


La ciencia médica, como todas las ciencias, intenta explicar de una manera sistemática los fenómenos que se desprenden de la realidad, de manera que ello le permita la homogeneización del saber que, en la práctica, sea útil para intervenir sobre esa misma realidad; en este caso, la del binomio salud-enfermedad.

Esta elaboración del saber y la práctica misma, a pesar de formar parte y a la vez ser producto de la construcción social de la realidad, se ha ido alejando cada vez más del contexto popular, donde se crea y se reproduce aquello que se trata de estudiar: construye explicaciones, muchas veces desde fuera, en un plano científico impregnado de una ilusión de verdad y universalidad que, en ocasiones, no cabe en los esquemas del sentido común y de los saberes populares; da como resultado hallazgos y explicaciones paralelos que no logran encontrarse al enfrentar el espacio de la cotidianidad de los sujetos, por lo que es imposible unir esfuerzos en la lucha por el mantenimiento o la recuperación de la salud.

Ambas perspectivas de la realidad están sujetas a determinaciones sociales, culturales, políticas y económicas, aunque muchas veces intenten ocultarlo, negarlo o simplemente no lo perciban.

Con respecto a la atención que reciben los pacientes enfermos mentales, se encontró que aún se percibe a la persona como incapaz de tomar sus propias decisiones por lo que el familiar se convierte en interlocutor y la persona competente para decidir sobre el internamiento y el tratamiento que se brindará. Esto ha llevado a que se detecten casos de internamientos involuntarios atentando contra la libertad de las personas.

Ha dicho Albert Einstein: "un ser humano es una parte del TODO por nosotros llamado UNIVERSO, que se presenta como parte limitada en el tiempo y en el espacio. El se interpreta, en sentimientos y pensamientos, como algo separado del resto en una especie de ilusión óptica de su conciencia.



Esta ilusión es una prisión para nosotros, restringiéndonos a nuestros deseos personales y al afecto por unas pocas personas que son las más allegadas. Nuestra tarea debe ser liberarnos de esta prisión ampliando nuestro círculo de compasión para abrazar a todas las criaturas vivas y a toda la naturaleza en su gloria."


El Estado en sí, tiene otras preocupaciones, como la educación, la corrupción, el cierre de una gran parte del sur del país entre otros, y no es por una actitud evasiva la del mismo por solucionar este problema de salud. Se tienen problemas, nadie puede negar esto, pero se trata de solucionar los de mayor índole como lo antes expresado; sin dejar de importar este problema de salud pública.

Jorge Luis Salazar VilchezTte. Crl. Ejército PeruanoOperador Psicológico

COLUMNA DE OPINION




Según estudios realizados un 44% de personas que padecen algún tipo de enfermedad mental sienten que son discriminados y un 38% de los encuestados manifestó que siente el rechazo de su propia familia.

Sin lugar a duda unas cifras que revelan una cruda realidad, las personas son intolerantes y se dejan llevar por los prejuicios tanto así que son capaces de alejarse de sus seres mas cercanos.

Parte de culpa la tiene el estado, y es que con una adecuada campaña de información se sabría que estas personas no son una carga para la sociedad y más bien merecen un trato especial ya que tienen una enfermedad, y su cura es más difícil que cualquiera por lo que merecen el mayor apoyo posible.

Una posible solución sería que el gobierno diera mas apoyo a los hospitales de salud mental, para que se utilicen métodos más modernos para tratar a los pacientes y se atiendan a muchos mas, con lo que en parte se acabaría con tantas personas que deambulan por las calles en busca de alimento.

Aparte del apoyo económico se necesita informar a las personas y a los familiares para que puedan apoyarlos en su tratamiento, este no es fácil, por lo que se necesita bastante comprensión y ayuda.
En resumen lo que se necesita es formar conciencia ya que nosotros somos los únicos capaces de cambiar una realidad que es adversa a muchas personas que desafortunadamente no reciben el trato que merecen por tener una enfermedad a la que mal llamamos locura

Cartas a la redacción

1.- Todos los días por la avenida shell con larco la mendicidad se ha acrecentado de manera atroz pues estas personas dejan montones de basura y hacen sus necesidades en la vía publica pienso que deberían hacer algo al respecto.

Creo que la municipalidad y autoridades competentes deberían hacer algo mas que recogerlos y llevarlos a centros de benéficos.



2.- Yo estoy fastidiado y molesto porque por mi casa hay 2 mendigos que no dejan pasar libremente por la vereda que conlleva a mi casa, y lo peor de todo los veo que paran con personas de mal vivir.

Si lamentablemente al ver a estas personas en las calles creen que son de ellos y la municipalidad tomara cartas del asunto.


3.- No comparto la idea de que este tipo de personas abunden por las calles ya que dan mal aspecto y ensucian la ciudad creo que se debería tomar medidas inmediatamente.

Nos comunicamos con los alcaldes de las zonas donde mas abunda la mendicidad y nos comunicaron que actuaran con mucho rigor.